Conoce a Camilo de @virp_camilobombon. Su mamá Vir nos cuenta como fue el nacimiento de Camilo y la experiencia de recibir el diagnóstico de síndrome de Down.
“Ese fin de semana de enero de 2019, nació Camilo, y volvimos a nacer todos”
Fede y Vir, papás de Camilo.
Somos Fede y Vir, papá y mamá de Camilo de @virp_camilobombon, un aparatito hermoso que lleva casi dos años enseñándonos a ver la vida desde otro lugar, desde acá, donde habita lo que verdaderamente vale la pena.
Si les contamos nuestra historia, les diríamos que es sacada de cuentos de hadas:
Fuimos novios desde los 15 años. Nos casamos una noche de verano de 2017. En mayo de 2018, mientras prendíamos la primera fogata en la chimenea de nuestra casita, recibíamos la gran noticia de que un bebé, fruto de nuestro amor de toda la vida, llegaba a completar nuestra felicidad.
Nos gusta mucho hablar del día de nacimiento de Camilo de @virp_camilobombon, o mejor dicho de esos dos días en la clínica, porque sentimos que ahí, también, nacimos nosotros, otra vez.
Un 16 de Enero a las 7 de la mañana partíamos a la clínica porque, después de casi 38 tranquilas semanas de embarazo, nuestro tan pero, tan deseado Camilo necesitaba salir de la panza.
Todo iba muy bien, salvo por la falta de crecimiento en la última semana. Las palabras del doctor fueron claras: “Ese bebé ya está listo para salir, vamos a alimentarlo afuera.” Y así fue.
Cuando menos me di cuenta estaba sentada en una silla de ruedas, camino al quirófano con Fede siguiéndome de cerca intentando disimular el nerviosismo. Me sentía tranquila, en paz. Había llegado el momento de conocer al gran amor de mi vida, al bebé con el que había soñado desde que tengo uso de razón.
Nos despedimos con un beso que se tradujo en un millón de emociones. Se cerró la puerta vaivén y por primera vez estaba encerrada en un quirófano, con la luz apuntándome a la cara y la famosa sabana celeste que me tapaba la visual.
A las 9:30 miré el reloj que estaba colgando en la pared, sentí un par de movimientos raros en el cuerpo y, al fin, lo vi.
“Es hermoso” me dijo el doctor.
Yo, después de un par de segundos de silencio que parecieron años, intenté un: “¿Llora?” Y como si me hubiese respondido a mí, largó un llanto que me serenó y me enamoró perdidamente. Recuerdo que pensé: “ya está, todo está bien”.
Me lo trajeron envuelto en el conjunto de peluche blanco que elegimos especialmente para ese gran día y que, por cierto, le quedaba soñado.
Los dos días que estuvimos en la clínica fueron tranquilos. Tuvimos un bebé dormilón, que tomó la teta enseguida, aunque no quería saber nada con abrir los ojitos.
-“¿Está todo bien?”
-“Si, todo bien”
El día del alta, ya con mi vestido multiusos de embarazo y postparto, lavándose los dientes en la clínica, una enfermera entra sigilosamente a buscar a Fede haciendo unas muecas que obviamente no me pasaron desapercibidas.
Quizás no quise darle importancia, así que terminé lo que estaba haciendo, lo alcé a Camilo de @virp_camilobombon y me dispuse a salir.
Fede volvió con la cara desencajada, tratando de explicarme con la voz entrecortada que había que hacerle estudios, que algo no estaba bien.
La pediatra entró a la habitación, y me dijo: “Mamá, el bebé presenta fenotipo compatible con Trisomia 21”. Se imaginarán que no entendí ni media palabra. La miré a mi mamá que -gracias a Dios- estaba con nosotros, y me dijo lo que nadie en dos días supo o pudo decir: Camilo tenía Síndrome de Down.
Después de eso, no recuerdo mucho. Abracé a Camilo de @virp_camilobombon que dormía plácidamente en mis brazos y lloré. Lloramos. Lloramos mucho.
Todavía en la clínica, nos abrazamos, nos caímos y nos levantamos tantas veces. Lo negamos, lo dudamos, lo aceptamos, lo volvimos a negar.
Recuerdo la promesa frívola que le hice a la virgencita de la capillita: “si se equivocaron te prometo que no me pinto las uñas nunca más”. Lo pienso y todavía me río, mientras miro mis uñas impecablemente pintadas.
Esa noche Camilo de @virp_camilobombon quedó en la neo y papá y mamá volvimos a casa.
No lo necesitaba él, porque todo estaba bien en cuanto a su salud; lo necesitábamos nosotros. Teníamos que llorar al bebé que esperábamos, y preparar el alma para recibir a “nuestro Camilo”.
Esa noche no dormimos nada, pero respiramos lo suficiente para tomar fuerzas, secarnos las lágrimas y salir corriendo a buscar a nuestro bebé, que estaba tan ansioso por vernos como nosotros a él.
La pizarra de mensajes lindos de la cocina, la misma en la que semana a semana habíamos dibujado una fruta que supuestamente se parecía al tamaño de Camilo, decía: “Bienvenido a la montaña de los Garello”.
Sabíamos que la vida nos hizo pegar un volantazo: ya no íbamos hacia la playa paradisíaca a donde iban todos. A nosotros nos esperaba una travesía en las montañas, con grandes arbustos y animales silvestres, con clima húmedo y suelo árido, pero ¿Cómo imaginarnos lo divertido que sería escalarla?
Cuando pudimos contarle al mundo que Camilo tenía síndrome de Down, nos arrebataron los mensajes de amor. Créanme: cada mensaje nos empujó un poquito más hacia la cima. En dos días estábamos orgullosos de nuestro bebé, contemplando su hermosura, su magia, su paz.
Con la cesárea que latía y los puntos que amenazaban, arrancamos con el recorrido: hospitales, médicos, estudios complejos, controles, estimulación temprana.
Nos insertamos en un mundo paralelo, con un lenguaje propio: “fenotipo”, “cariotipo”, “cromosomas”, “hipotonía”, “ductus”, “cardiopatía”, “paladar ojival”, “epicanto”, “genetista”.
Cuántas veces lo habremos mirado para encontrarle esos rasgos, que lo hace tan único, tan especial.
De repente, te das cuenta que no estamos tan solos. Hay familias como la tuya viviendo una vida llena de felicidad. Te encontrás con mamás y papás casi desesperados por tranquilizarte, por contarte su historia, por darte fuerzas y derribar todos esos mitos y esas realidades que ya habías googleado y por las que ya te habías llorado un mar entero.
Camilo de @virp_camilobombon nos eligió para ‘vacacionar en la montaña’. Con senderos sinuosos, con obstáculos y pendientes pronunciadas. Y acá estamos: dejamos la bikini y la tabla de surf, nos calzamos las botas, la carpa la cantimplora, y partimos.
Ese fin de semana de enero de 2019, nació Camilo, y volvimos a nacer todos.
Hoy somos mejores personas, valoramos lo simple, disfrutamos de cada logro de nuestro hijo con toda intensidad. Estamos más unidos que nunca, y nos sostenemos a fuerza de amor. Con eso, para nosotros, basta.
Nuestro anhelo es que Cami sea feliz, donde sea, con quién sea, como sea. Acá vamos a estar siempre, dándole las herramientas para lograr lo que él quiera y lo que él pueda, alimentándolo de este amor tan intenso que no tiene traducción en ningún idioma.
A nuestro Camí: GRACIAS POR ELEGIRNOS. Estamos orgullosos de ser tus papás, de aprender de vos cada día.
Hoy entendemos que todo lo que vivimos hasta tu llegada, sin saberlo, nos preparaba para recibirte con el amor más noble y puro del mundo.
Gracias por su honestidad y compartir su historia
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