Tenemos mucho por contar, pero en esta ocasión contaremos a partir de que nos enteramos que Jorge, nuestro hijo, venía en camino.
Cuando a finales del año 2019 nos enteramos de que venías, fue una noticia que movió mi mundo. Acostumbrada en cierta forma a planear la vida, una noticia cómo esta, aunque es bella, sabes que te moverá muchos planes.
Los achaques empezaron como por arte de magia y días después fuimos al doctor a ver al bebé por primera vez, nos confirmó lo que la prueba casera nos había mostrado, ¡bebé en camino!
Era apenas un pequeño conjunto de células, empezaba a aumentar el tamaño del útero y lo más bello fue que escuchamos por primera vez el latir de su corazón.
Pasaron varias semanas y nos tocaba hacer el primer eco anatómico
Donde el médico especialista checa a detalle varios órganos del bebé.
Nada nuevo, ya que en los dos embarazos pasados también lo habíamos realizado, de hecho con el mismo Dr., todo parecía normal, era la semana 11.
El Dr. checaba las mediciones y volvía a checar, yo un poco nerviosa le pregunté si todo está bien y me dijo que si.
Terminó de evaluar los datos y nos pidió unos minutos para elaborar el reporte, sus palabras fueron que había mucha posibilidad que el bebé viniera con una enfermedad congénita, de acuerdo a una medición que se llama translucencia nucal.
El tamaño pasaba los límites normales y esto generalmente es señal de un tipo de anomalía genética, pero que no siempre es así. Que el siguiente paso sería confirmarlo con una prueba de ADN, extrayendo sangre de la mamá para confirmar o descartar esta posibilidad.
Y así fue, a la semana siguiente me tomaron la muestra y tardó 10 días en que estuviera el resultado, fueron unos días largos en los que estuvimos inquietos por lo que revelaría.
Los días pasaron y recibimos una llamada de nuestro ginecólogo para confirmar que efectivamente había un 99% de posibilidad que bebé viniera con Trisomia 21, mejor conocida como Síndrome de Down.
Una serie de sentimientos y emociones llenaron mi cuerpo, muchas dudas y miedos estaban en mi cabeza, asustada por el hecho de saber si podría criar a un niño con “necesidades especiales”, más aún por qué tenía muy poca, por no decir, nada de información acerca de esta condición.
Vino el tiempo del duelo, la culpa y la aceptación….
…… cada uno de ellos llevó su tiempo para asimilarlo.
Al siguiente mes de nuevo otro eco, Jorge ya estaba más grande y se observó en su corazón una regurgitación, esto nos sacudió mucho más.
Fue entonces que aunque sabíamos del SD, lo del corazón si era algo de lo cual preocuparse, debíamos seguir checando a bebé en los meses siguientes, y así fue pero nunca más apareció este problema.
El Dr. especialista nos mencionó que es común que aparezcan este tipo de situaciones, pero también que puedan corregirse.
Fue un embarazo de lo más normal, Jorge siempre respondiendo bien, su crecimiento y todo fue muy normal.
Llegó la pandemia y nos dio oportunidad de pensar y meditar por lo que estábamos pasando y es como si el tiempo se hubiera detenido para disfrutar cada uno de los días en familia.
Llegó el día en el que el bebé decidió venir a este mundo y tan sutil, se hizo presente, cuando sentí las primeras contracciones.
Como mamá no primeriza, sabía que el momento había llegado.
Eran las 2 de la tarde y me disponía a comer cuando empezaron pequeñas y leves contracciones, para luego aumentar de intensidad, se hicieron las 5 de la tarde y decidimos ir al hospital.
Claro, asesorados por nuestros equipo médico, llegamos 5:30 de la tarde a la sala de expulsión donde nos esperaba nuestra adorada doula, con una tina llena de agua tibia, aromaterapia, música instrumental que llega al alma y un masaje delicioso en la espalda baja.
Rápidamente checaron el ritmo cardiaco de Jorge y ya estábamos listos con 8 de dilatación para que naciera, entramos a la tina y yo un poco nerviosa porque estaba a unos minutos de que llegara esa cita tan esperada.
Todo pasó tan rápido que tras unos minutos, ya estaba con nosotros.
El primer sentimiento transmitido fue cuando sentí su piel tan suave y luego vi su carita y sus ojitos almendrados que me confirmaron lo que ya se nos había avisado.
Sano y completamente reactivo a todos los nuevos estímulos que estaba experimentando, su pediatra lo tomó para revisarlo, yo ahí a un ladito expulsando ahora la placenta tras otras tantas contracciones y pujos.
Llena de adrenalina y sonriendo todo el tiempo, ni yo me explicaba el estado tan pleno que me trajo el haber conocido a Jorge, que se pegó muy bien al pecho y tomó sus primeras gotas de lechita.
Ver la cara de su papá que todo el tiempo estuvo a mi lado apoyándome y dándome ánimos en el parto y durante todo el embarazo.
¡Fue un momento mágico que jamás voy a olvidar!
Una vez más confirmamos que los tiempos de Dios son perfectos.
¡Él sabe lo que cada quien necesitamos y en el momento en que te lo hace llegar!
Sabemos que Jorge, al igual que nuestras hijas, llevará su desarrollo a su tiempo, sin prisas y con todo el apoyo que necesite.
Bienvenido a nuestra familia que hoy comparte un cromosoma más, un cromosoma cargado de amor, paciencia, sabiduría y muchas aventuras.
Somos afortunados de tenerte como nuestro gran maestro del amor. Esta aventura apenas comienza. ¡Te amamos!
Gracias por su honestidad y compartir su historia
Conoce más sobre Jorge y su familia en @Zamahantalinan