Hola mi nombre es Elida soy mamá de 2 hijos maravillosos.
Siempre fuí una persona que se deprimía mucho por cualquier cosa, quedé así después de mi primer embarazo, tuve depresión postparto. Desde ese momento me traté con un psicólogo; nuestro sueño siempre fue tener la parejita, con mi marido.
En ese momento mi ginecóloga en compañía del psicólogo no querían que me embarace, porque andaba con antidepresivo; sin embargo yo seguía buscando un embarazo y seguíamos intentando.
Pasaron dos años y le digo a mi ginecóloga que un niño tal vez es el remedio por qué las pastillas no me ayudaban.
Las doctoras me decían que no; me decían que para qué quería más hijos si ya tengo una princesa hermosa. Sentí impotencia y rabia por todo lo que me decían.
Deje de tomar los remedios, a los días me empecé a sentir mal, por lo que decidí comenzar a tomar los antidepresivos nuevamente, esa misma noche busqué en la bolsa que siempre llevo en mi trabajo y no encontré.
El 10 de agosto fue la última vez que me bajó la regla
Esa noche me realicé la prueba rápida y me salió positivo.
Empezamos las consultas, todo marchaba bien. En la morfológica de doce semanas salió 0% probabilidad de que el bebé pudiera tener síndrome de Down.
Pero a mí se me quedó eso en la cabeza, siempre presentía que algo no estaba “bien” porque la que me hacía el eco me preguntaba comiste algo, porque no se movía mucho mi bebé.
Hacia mi consulta rutinaria siempre, hasta que llegó el día en que todos debíamos entrar en cuarentena total, por el tema del COV19, empecé a preocuparme porque mi doctora me decía que solo para eventos importantes acuda al hospital.
Oliver estaba previsto para el 1 de mayo del 2020
Aquí en Paraguay llegó la cuarentena en marzo y yo me empezaba a preocupar porque aún no tenía nada para el bebé.
Pasaban los días y yo cada día me sentía más cansada y ya ni podía comer más bien, porque mi panza estaba dura. Hasta que un 18 de abril me acosté a tomar la siesta y en mi sueño vino alguien, soñé que alguien me decía: mamá, mamá. Me gritaba.
Era la voz de un niño y de repente abrí los ojos, claro no había nadie, nuevamente traté de cerrar los ojos y nuevamente escuchaba que alguien me decía: mamá, mamá, pensé que mi hija mayor estaba haciendo eso.
Le comento a mi marido, y él me dice, tenemos que ir a tu consulta, yo le digo voy el miércoles.
Llega el miércoles, vamos al hospital y me dieron la orden para ver si el corazón del bebé latía bien……al hacer la eco se dieron cuenta que el corazón latía a 85 y 90 latidos.
Inmediatamente ordenaron cirugía de urgencia
Me llevaron a la sala de cirugía y estaba mi marido, conmigo.
Cuando mi hijo salió de mi vientre, sentí un silencio incómodo en la sala. Yo sólo quería mirar a mi hijo.
La pediatra que lo recibió me lo acercó y me puso sobre mi pecho, lo miré fijamente a mi hijo y me pareció extraño, esperaba algo distinto, porque tenía los ojitos rasgados, y dije: madre mía, madre mía cómo se parece a su tío.
Después del nacimiento me llevan a la sala de recuperación, yo no tenía aún a mi hijo a mi lado, él estaba en otra sala para hacerle algunos exámenes del corazón.
En uno de los momentos la ginecóloga llega a mi sala y me dice, así de la nada: Mami, el bebé viene con síndrome de Down, también me pidió los estudios del embarazo.
Pasaron las horas y algunos personales en compañía de la pediatra vinieron, yo en ese momento estaba acompañada por mi cuñada y me dicen: dónde está tu marido queremos hablar con él.
Esa noche yo le miraba y me parecía el bebé más guapo del mundo
Sentía que lo amaba con todas mis fuerzas, al mismo tiempo sentía una tristeza y no podía cerrar los ojos para dormir tenía miedo que se me confirmara ese diagnóstico.
Fueron muchos sentimientos encontrados cuando me enteré que ese niño que soñé, por el que tanto pedí, venía con una condición.
Al día siguiente lo evalúan y encuentran que tiene soplo cardíaco y un ductus arterioso, nos dijeron que si se cerraban algunos agujeritos, salíamos en 3 días.
Esos 3 días que estuvo en el hospital, fueron días de angustia sin dormir, nos aferramos a Dios, y todo salió bien.
Nos fuimos a casa, sabíamos que teníamos que contarle a su hermana Aranxa.
Le conté y ella enseguida me habla y me dice: mamá ellos son igual que nosotros, sólo que tardan más en aprender, son más lentos, pero igual que nosotros mamá.
Una amiga me recomendó conversar con una mamá que también tiene una hija con SD fue de gran ayuda, con tanta seguridad ella me dio fortaleza y a partir de ahí empezamos la terapia de fisio, la estimulación temprana.
Creo que esos primeros meses fuimos más veces al hospital que toda nuestra vida.
Oliver necesitaba asistir a diversos controles para descartar patología asociada a su condición.
Hoy Oliver es un niño saludable, muy feliz que nos llena de alegría y orgullo.
Es un niño estimulado no sólo por los profesionales, sino por las que recibe a diario en casa de parte de su hermana y todos los que conformamos su entorno cercano.
Hoy con 1 año dos meses ya gatea, sigue con su controles, sabemos que tenemos un largo camino por recorrer, hemos aprendido mucho con él y hemos dejado poco a poco los miedos que teníamos basada en la condición.
Como padres sabemos que tenemos una gran responsabilidad y estaremos dispuestos a hacer todo para que Oliver logre su máxima autoestima y sea un niño sano y feliz.
Oliver es un niño muy inteligente y observador, aprende mucho por imitación le gustan las canciones, imita los gestos y sonidos. Aún no camina, pero poco a poco va avanzando. Sé que Dios tiene un propósito en nuestra vida con Oliver, que poco a poco lo hemos ido descubriendo.
Su alegría logró sacarme de la depresión que yo tenía.
Para nosotros el síndrome de Down es como hacer un largo viaje donde te puedes encontrar con lugares maravillosos donde hay luz y amor hay esperanza podemos avanzar juntos y llegar donde queremos llegar.
Estamos seguros de que mi pequeño Oliver estará rodeado de personas que lo van a querer muchísimo.
Hijo queremos decirte que lamentamos cada día de no haberte recibido como lo merecías, tu llegada a este mundo nos hizo mejores personas, cada pequeño o gran logro tuyo nos hace sentir orgullosos, porque sabemos que das o lo que das todo contigo aprendimos a valorar lo simple y a disfrutar de la vida cada instante.